Ácido hialurónico, ¿Es lo mismo aplicar que inyectar?

Has cumplido los 35, y a pesar de haber conseguido una rutina cosmética de lo más completa no logras mejorar algunos de los reclamos publicitarios que tus cremas con ácido hialurónico anuncian…  ¿por qué? Pues porque el ácido hialurónico (AH) presente en los cosméticos sólo cumple la función de hidratar, mientras que inyectado puede corregir aspectos como la pérdida de volumen o la flacidez y aportar hidratación a un nivel mucho más profundo.  

¿Qué le ocurre a nuestra piel a partir de los 30?

Entre las estructuras que aportan forma y volumen a nuestro rostro tenemos los huesos, los músculos, unos compartimentos grasos que se encuentran debajo de la piel y nuestra propia piel.

A medida que vamos cumpliendo años, aproximadamente a partir de los 30, los depósitos grasos faciales van disminuyendo y se van deslizando por el efecto de la gravedad hacia la parte inferior de nuestra cara. Este proceso se llama lipoatrofia y aunque no es lo único que favorece la pérdida de volumen en determinadas zonas de la cara sí sabemos que es el cambio más importante y el que estéticamente más influye cuando hablamos de “descolgamiento facial”.

Cuando perdemos grasa de una zona donde debajo no existe un hueso sobre el cual ésta se pueda apoyar, perdemos el “andamio” que sujeta a nuestra piel. En el tercio medio facial, es decir, en las mejillas, es donde este proceso ocurre de forma más evidente.

La grasa se reabsorbe por el paso del tiempo y se desliza hacia abajo por efecto de la gravedad, haciendo que perdamos volumen y que nuestro óvalo facial pierda su contorno original apareciendo piel redundante a ambos lados del mentón.

¿Podemos evitar este proceso?

Aunque se han propuesto diversas medidas, como ejercitar la musculatura facial para paliar el deslizamiento de la grasa hacia abajo o dormir boca arriba para que la compresión no acelere su reabsorción, ninguna medida preventiva ha demostrado la suficiente evidencia como para ser recomendada.

¿Entonces qué podemos hacer para recuperar ese volumen?

Como ya hemos adelantado algunos cosméticos pueden ayudarnos a disminuir las arrugas superficiales, mejorar el tono de nuestra piel e hidratarla cuando es necesario, pero ante la pérdida de volumen la única técnica que funciona es aportarlo desde fuera.

Podemos inyectar grasa extraída de otras zonas de nuestro cuerpo (lipofilling) o bien materiales sintéticos como la hidroxiapatita cálcica o el ácido hialurónico, entre otros. Es importante saber que hoy en día todos los materiales utilizados deben ser reabsorbibles, por lo que su efecto es siempre temporal, incluida nuestra propia grasa.

¿Por qué el ácido hialurónico es la técnica más utilizada?

Porque es un material que se encuentra de forma natural en nuestra piel y por lo tanto los efectos secundarios relacionados con intolerancias o alergias son muy poco frecuentes. Es biocompatible y es reabsorbible, así que en el caso de que el efecto no fuera el deseado sabemos que en unos meses desaparecerá. Además, contamos con un producto denominado hialuronidasa, que deshace el AH de forma inmediata si no queremos esperar meses hasta que desaparezca por sí solo.

Otra de las ventajas del AH es que adaptando su densidad podemos utilizarlo en casi cualquier área facial, consiguiendo, en manos del profesional adecuado, un efecto muy natural.

¿Cuánto dura?

Aproximadamente de 12 a 18 meses. En personas que gesticulan mucho o hacen mucho deporte algo menos y cuando lo utilizamos de forma más superficial para mejorar la firmeza y la hidratación de la piel, aproximadamente 8 semanas.

Hay distintos tipos de AH, ¿todos proporcionan volumen?

En realidad, siempre es AH. Lo que cambia es la concentración y la forma en la que las moléculas están unidas entre sí y eso condiciona para qué o para dónde se utilizan. Se puede emplear para:

  • Voluminizar: cuando queremos reponer la grasa que hemos perdido, por ejemplo en las mejillas, en las ojeras, en los labios o en las sienes.

  • Proyectar y dar soporte: cuando, sin haber perdido volumen en las mejillas, éstas se han deslizado hacia abajo. Otra aplicación es la elevación de la cola de las cejas.

  • Dar forma: a la nariz o al óvalo facial.

  • Corregir arrugas tanto finas como profundas: como el surco nasolabial, el labiomentoniano o las arrugas supralabiales.

  • Corregir asimetrías: en cualquier área facial.

  • Hidratar: en toda la cara utilizado con un técnica similar a la mesoterapia o de forma frecuente en los labios para recuperar color, tersura y brillo.

¿Quién puede infiltrar ácido hialurónico?

En Europa la legislación obliga a tener el título de Medicina para poder infiltrar ácido hialurónico. Debes preguntar específicamente quién va a realizarte el proceso y solicitar su número de colegiado si es necesario.

Además, deben entregarte la referencia del producto que han utilizado, con su correspondiente fecha de caducidad y lo más correcto es abrir el envase siempre delante del paciente.

Desconfía de los centros o clínicas donde los precios son mucho menores, el precio del vial de ácido hialurónico no difiere en grandes cifras y el margen de beneficio va acorde a la responsabilidad y el tiempo de formación específico invertido por el profesional sanitario que lo realiza. Nadie regala su tiempo o su profesionalidad.  

Además, aunque la legislación no habla sobre qué especialidades médicas pueden realizar estas técnicas, se debe haber realizado una formación específica al respecto y el punto de partida nunca podrá ser el mismo el de un especialista que por ejemplo se haya formado en medicina interna que el de un profesional que tenga conocimientos profundos sobre la anatomía facial y la piel de los pacientes.

Por último:

El ácido hialurónico es una técnica de rejuvenecimiento eficaz y personalizada que tiene múltiples aplicaciones.

Recuerda que el ácido hialurónico realizado por un profesional especializado, formado y con un criterio estético acorde a tus expectativas es la clave para conseguir un resultado natural y seguro.

¿Te animas? ¡Pregúntanos todo lo que quieras saber!

Dra. Andrea Allende García