¿Cómo afecta el estrés a mi piel?

En sintonía con la situación de cuarentena que estamos viviendo, queremos hablar de como el estrés afecta no solo a nuestro estado de ánimo, sino también a nuestra piel.

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La aparición o el empeoramiento de las enfermedades cutáneas en situaciones estresantes se ha asumido desde hace siglos, y es frecuente que tanto en el ámbito médico como fuera de él escuchemos frases como: “será por el estrés” o “algo te habrá pasado para estar así”.

 

Pero; ¿hay evidencia científica sobre ello?

 

¿Cómo se comunican nuestro cerebro y nuestra piel?

El estrés psicológico aparece cuando un individuo está sometido a presión física, psicológica o emocional que excede su capacidad de adaptación.

Dentro de las situaciones estresantes encontramos una gran variedad, pero las que afectan de forma muy significativa a nuestra calidad de vida de forma brusca son aquellas que más impacto tienen en nuestra piel. Las más estudiadas en los estudios de estrés y piel son la pérdida de un ser querido, la separación, la pérdida del trabajo o la enfermedad.

Ante situaciones estresantes se desencadenan en nuestro cuerpo una serie de señales mediadas por hormonas, entre las que destaca el cortisol. Las neuronas cerebrales desencadenan una cadena de señales que termina, entre otras cosas, en la liberación de cortisol. Varios estudios han demostrado que nuestra piel también es capaz de producir señales que activan esta vía, y es así como se acaba formando un “eje” entre nuestro cerebro y nuestra piel, y vemos como ambos se comunican mediante estas hormonas “del estrés”.

 

¿Qué efectos tiene el estrés a nivel cutáneo?

El estrés afecta a la función normal de la barrera cutánea, por eso enfermedades como la dermatitis atópica, el acné o la rosácea empeoran en estas situaciones. Se ha visto como disminuye la producción de ciertos componentes de la barrera cutánea como las ceramidas y esto conduce a un aumento de la pérdida transepidérmica de agua, de la exfoliación y de la formación de pequeñas arrugas.

 Además, el estrés también disminuye la respuesta inmune y altera la correcta reparación de las heridas (se necesita más tiempo para el cierre de una herida que en condiciones normales). Por estos dos motivos la aparición de infecciones sobre cualquier herida cutánea es más habitual, ya que existe menor protección frente a los gérmenes y la cicatrización es peor.

 

¿Qué enfermedades empeoran por el estrés?

Las enfermedades de la piel cuya relación con el estrés se conoce mejor son:

·      Psoriasis

·      Dermatitis seborréica

·      Dermatitis atópica

·      Acné

·      Rosácea

·      Alopecia areata

·      Prurito (picor)

 

El vitíligo también es otra condición cutánea cuya aparición se ha relacionado con el estrés, sin embargo, en este caso los resultados son contradictorios.

 Además, el estrés (especialmente aquél que se mantiene de forma crónica) influye en el proceso normal de envejecimiento mediante el incremento de producción de radicales libres, daño al ADN y disminución en la producción de proteínas de matriz como el colágeno o la elastina entre otros. Es decir, envejecemos más rápido.

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¿Puede ocurrirle a cualquier persona?

La respuesta rápida a esta pregunta es no. La etiopatogenia de estas patologías es múltiple (están causadas por varios factores) y el estrés es solo uno de ellos. Además, por lo general el estrés actúa como agravante de los brotes o la severidad de las lesiones más que como causa de la enfermedad en sí.

 Es decir, para que ocurran estas patologías es necesario tener una base que predisponga a ellas (genética) y una serie de alteraciones en la función normal de la piel específica para cada una de ellas (por ejemplo: aumento de seborrea, presencia de bacterias, hiperqueratosis folicular e inflamación en el caso del acné).

 A modo de resumen, enfrentarnos a una situación estresante más o menos grave sí puede influir negativamente si tenemos aluna de las patologías cutáneas de las que hemos hablado, pero no hará que desarrollemos una de estas enfermedades únicamente por el estrés.

 

¿Cuál es la solución?

Como tod@s comprenderéis, ante una situación vital estresante que aparece de forma brusca en nuestra vida, poco podemos hacer por evitar el estrés que aparecerá a continuación. Sin embargo, es fundamental trabajar nuestra capacidad de adaptación a largo plazo para evitar convertirlo en una fuente de estrés crónico en la medida de lo posible.

 Para esto no todos contamos con las mismas herramientas, y por eso, si estamos desbordados, lo primero que debemos hacer es recurrir a un profesional. La ayuda psicológica es fundamental para adaptarnos a una nueva situación. Además, contar con un tratamiento adecuado para nuestra patología dermatológica ayudará a que nos sintamos mejor en estos momentos.

 

En definitiva, si la situación nos desborda: pidamos ayuda. Los dermatólogos y en general los médicos de atención primaria o especializada, psicólogos, fisioterapeutas, amigos o familiares siempre nos ayudarán a salir de esa espiral J

 

 

¡Buen día!

 Dra. Inés Escandell