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DERMATITIS ATÓPICA: TAMBIÉN EN ADULTOS

Seguro que muchos de vosotr@s habéis oído hablar de la Dermatitis Atópica (DA) en niños, ya que se trata de una enfermedad muy frecuente en la infancia y de la que os hemos hablado en más de una ocasión... Sin embargo, también existen casos en la edad adulta. En el post de hoy os contamos cómo afecta la DA en este grupo de edad. Si quieres saber más…¡Sigue leyendo!

¿Qué es la DA?

La DA, es una enfermedad cutánea crónica, que cursa con picor. Aunque su diagnóstico es más prevalente en la edad pediátrica, cada vez es más frecuente encontrarnos casos de DA en la edad adolescente y adulta, calculándose que puede afectar hasta un 3-10% de pacientes en este grupo de edad.

La DA del adulto hace referencia a ésta enfermedad cuando se manifiesta a partir de los 12 años de edad. Puede ser debida a persistencia de las lesiones desde la infancia o aparecer de novo en la edad adulta.

¿A qué es debida?

Su patogénesis es compleja, y engloba factores genéticos (predisposición familiar), inmunológicos y ambientales, que conducen a una disfunción de la barrera cutánea y a una disregulación del sistema inmune. Entre los factores ambientales que exacerban la DA se encuentran la sudoración excesiva, la duración y la temperatura del baño, el empleo de ciertos jabones no adecuados, lociones irritantes, la ropa de lana u oclusiva de nylon, el clima seco, algunos irritantes y alérgenos, entre otros…

¿Cómo se presenta?

La DA caracteriza por la combinación de tres síntomas fundamentales: piel seca (xerosis), picor (prurito) y lesiones eczematosas (inflamación de la piel, con enrojecimiento y  descamación). El prurito suele ser muy intenso e influye en el día a día del paciente, en su estado de ánimo, y en el sueño, y por tanto, es una enfermedad que afecta de forma importante a la calidad de vida.

La ubicación de las lesiones en la DA del adulto suele ser distinta a la de la DA infantil. En los adultos, la localización es más variable, aunque es típica la afectación de las manos, los pliegues, el cuello y la cara, especialmente de los párpados.

Además, el tipo de lesiones también es diferente según la edad. En la infancia suelen observarse lesiones más eczematosas denominadas agudas, que se caracterizan por enrojecimiento, hinchazón, exudación y formación de vesículas o ampollas, predominando las lesiones “húmedas”. Sin embargo, en los adultos, predominan las lesiones “secas”, con descamación, engrosamiento de la piel (liquenificación) y formación de grietas o fisuras, lo que se denomina eczema crónico.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico suele realizarse en base a la clínica, y a día de hoy no contamos con ningún biomarcador que nos permita distinguirla de otras enfermedades. Sin embargo, cuando los signos clínicos no son los típicos a veces puede ser necesaria la realización de pruebas complementarias para ayudarnos al diagnóstico como la realización de una biopsia cutánea o una analítica de sangre con IgE o pruebas epicutáneas para descartar una dermatitis alérgica de contacto.

¿Asocia comorbilidades?

Como en otras enfermedades inflamatorias crónicas de la piel tales como la psoriasis, cada vez existen más evidencias de que son procesos sistémicos que afectan a la salud general del individuo. Se ha visto que los pacientes con DA tienen una mayor probabilidad de presentar comorbilidades, tanto atópicas (rinitis, asma), como psicológicas (ansiedad, depresión) o metabólicas (eventos cardiovasculares, obesidad…).

¿Qué tratamientos existen?

No existe ningún tratamiento que cure definitivamente la enfermedad, pero disponemos de distintas opciones, dependiendo de varios factores como la gravedad del cuadro en cada momento, la edad del paciente, la extensión y localización de las lesiones, así como la respuesta a tratamientos previos.

Los fármacos más utilizados son los corticoides, los antihistamínicos y los inmunomoduladores o inmunosupresores, tanto de forma tópica (cremas) para los casos leves-moderados como de forma sistémica (vía oral) para los casos moderados-graves. Otra opción terapéutica que también se utiliza es la fototerapia con luz ultravioleta. Además actualmente contamos con fármacos biológicos (como el dupilumab) aprobados para este enfermedad que se administran de forme subcutánea y que se reservan para casos moderados-graves que no responden a los tratamientos clásicos.

En cualquier caso, la piel de los pacientes con DA es más seca y más irritable que la piel normal, por lo que requiere de unos cuidados especiales, que ayudan a evitar y mejorar los brotes. A continuación os recordamos algunas recomendaciones que son fundamentales para evitar los síntomas y controlarlos una vez aparecen:  

- Baño: duchas cortas, con agua templada, usar preferiblemente productos específicos para piel atópica, sin jabón y con alto contenido en aceites. Tras la ducha, no frotar la toalla sobre la piel húmeda, mejor secar suavemente y “a toques”. 

- Evitar el rascado. Para ello será útil mantener las uñas cortas y limpias.

- Hidratación cutánea diaria. Es fundamental aplicar crema hidratante  a diario para restablecer la integridad de la barrera cutánea y disminuir los síntomas. Utilizar cremas específicas para piel atópica y evitar perfumes. 

- Usar ropa de  fibras naturales (lino, algodón…) y lavarla con un detergente suave, evitando suavizantes. Evitar la lana y ciertas fibras sintéticas. 

- En inviernos los síntomas pueden empeorar por las temperaturas extremas y los ambientes excesivamente secos. Se debe mantener una temperatura en casa entre 20-22ºC. 

Como siempre en caso de dudas lo mejor será preguntar a vuestr@ dermatólog@ que será el profesional más indicado en aportar soluciones eficaces en cada caso.

 

¡Buen día!

Dra. Berbegal